sábado, 5 de enero de 2008

Testimonio de una compañera

Era un bonito día. Me había comprado unos cordones fucsia para mis botas. Eran las 4 p.m. la tocata empezaba tipo 8 o algo así. Quería ir. Más que mal, hace tiempo que no iba a una. Sabía que la iba a pasar bien. No me quedaba duda. Era como que todo se había conjugado para que esa noche fuera inolvidable. No. Para que ponerle tanto color. Para que hueá fuera la raja no más.
Me fui de mi casa como a las 7:30, teniendo en cuenta que toda tocata “punk” empezaba como una hora después de lo estipulado en los flyers. Me daba igual. Ya estaba en la micro tomando agua mineral. Lo que pasa es que no quería quedar ebria, como otras veces. Creo que mi error fue tomar demasiada agua. Bueno en fin, la cosa es que me baje no sabiendo muy bien en donde sería la tocata.
Me encontré con un conocido que no veía hacía siglos, le pregunté por su polola, con la cual, nos hicimos la cimarra un día, y yo termine jalando coca en un barrio que ni siquiera sabía que existía y con un chupón en el cuello. Pero esa es otra historia.
Después de la charla, tratando de encontrar la sede, que estaba a sólo dos casas de un cerro; me quedé afuera conversando con él y otro mino que es amigo de mi mejor amiga, que aún no llegaba.
De repente vi a ese hueón, que conocí para la navidad. Un punk viejo, de esos que duermen en la calle y machetean afuera del supermercado. Al que estaba evitando hacía dos semanas porque me dijo que se quería ir a vivir conmigo. Una mierda de persona en realidad.
Se puso al frente mío y me preguntó que porque mierda no le había contestado el celular ( el primer día tenía 52 llamadas perdidas de el, da para asustarse ¿no?). Le inventé que se me había quedado en la casa y que yo me fui a la playa. La verdad es que no quería verlo.
Me empezó a gritar en frente de todos. No sabía si reírme o sentir miedo. Sin pensarlo mucho me fui por la primera opción. Él entró enojado a la tocata y yo seguí conversando con ellos. “Que se cree este hueón” y esa onda.
La cosa es que el agua empezó a hacer efecto y me dieron ganas de mear. Uno de los hueones con los que estaba conversando me dijo que los dueños de la sede, cuando se fueron dejaron los baños cerrados, porque nosotros, los “punks” teníamos fama de hacer mierda los baños.
Entonces le pasé mi mochila a uno de esos hueones y dije que quería ir a mear. Uno de ellos me preguntó si quería que me acompañara, yo le dije que no. Voy caminando hacia el cerro, y cuando miro para atrás me doy cuenta que me viene siguiendo el punk viejo. Hago como que no lo veo y me agacho para mear. Me paro y estaba en frente mío. Me volvió a gritar todas las cosas, yo ya estaba lateada. Me quería ir.
Doy un paso y el me toma del brazo y me da un combo. En otras ocasiones hubiese reaccionado de otra manera. Una patada en los cocos, algo así; pero fue tan repentino que no pude hacer nada. Hasta el día de hoy no sé como explicar mi reacción.
Luego me tomó del brazo y me llevo mucho más adentro del cerro, no puse resistencia. Sólo seguí caminando como un zombie. No escuché lo que me estaba gritando, era como una película blanco y negro. Y en cámara lenta. Luego me volvió a pegar un combo en toda la mejilla izquierda y caí al suelo.
Me sacó los pantalones y me gritaba que no llorara. Miré toda la ciudad. Se veía tan linda. Me corrían las lágrimas y le suplicaba que por lo que más quisiera, parara. Nunca lo hizo. sE había transformado en un energúmeno. Tenía los labios blancos y los ojos desorbitados. Después de hacerlo la primera vez, prendió un cigarro, y me pateo en el suelo. Lo que me dolió no fueron las patadas, sino recordar la voz de mi viejo diciéndome “te lo dije”.
Le supliqué que me dejara ir, mientras el reloj del edificio coca- cola le iluminaba la cara de hijo de puta. El se empezó a reír muy fuerte. Y me dijo que me sacara la polera. Yo me puse a llorar, y me pego una cachetada que callo mi llanto en seco. Me la saqué, mientras saboreaba algo que no sé si eran lágrimas o sangre. Quizás las dos cosas.
Después me dijo que me acostara de estómago y se paro arriba mío, pisando mis brazos con sus pies. Yo grité. Se agachó riéndose y con su cigarro me empezó a quemar la espalda. Me mordí los labios. Ya no quería que me viera sufriendo.

Miré el reloj. 9:15. Me bajo los pantalones y se puso encima mío. Traté de no pensar que estaba ahí. Puse mi mente en varias cosas. En que si me mataba saldría en “Mea Culpa” o algo por el estilo. Reí un poco. Después de que acabó, me preguntó que porqué reía. Le dije que de nada. Y fue ahí cuando me dijo que me agachara. Y me dijo que comiera tierra. Al principio no lo hice. Pero me tomo del pelo y me hizo comerla. Jamás la había probado. Sabe como el forro. Mientras él hacía eso se puso a llorar. Yo me alegré porqué pensé que se había arrepentido y me dejaría ir. Me decía que él no debió haber echo, que si me hizo todo eso era porque me amaba y no quería que yo me burlara de él. No sabía si cagarme de la risa, o sobarle el lomo para que me dejara ir. Hice lo segundo por razones obvias. Me senté a su lado y lo besé. Tenía ganas de vomitar, pero me las aguanté. Luego se rió y me pegó una cachetada “¿Vo crei’ que yo soy hueón?”. Cagué pensé.
Aproveché de mirar la hora: 10.23 p.m. Había una piedra grandota a centímetros míos. La tomé disimuladamente. Pero él me vio, me la quitó y se cagó de la risa. Sacó de su bolsillo echo por el mismo, un plumón. Yo me puse a llorar de impotencia, sabiendo que nunca bajaría de ese cerro de mierda con vida. Él escribió mi nombre en la piedra, agregándole el detalle de “Q.E.P.D.”. Creo que fue en ese preciso momento que me dio pánico y me puse a vomitar. Las lágrimas se confundían con el vómito. Todo me daba vueltas, lo único que quería es que si ese culiao me quería matar que lo hiciera luego y que terminara con este circo de mierda de una buena vez.
Me saqué el candado que tenía en el cuello, a lo “Sid Vicious”, y lo puse en mi mano, cuando escuché de abajo del cerro, la voz de mi amiga buscándome. Creo que casi me desmayo de la emoción. Me dijo que me quedara quieta o sino la mataba a ella también. Me quede quieta, rogándole no se a quién chucha que por favor me sacarán luego de ahí.
Luego las voces desaparecieron, el se rió. “¿Quién se va a interesar por una weona como tu?” Luego comenzó a decir que él sabía lo que era la calle, que no era como los pendejos que vivían con sus viejos, que le daba vergüenza ver que el punk estaba plagado de giles mamones, que si el me hizo eso era para que lo pensara dos veces antes de humillar a un punk vieja escuela como él. Me empecé a reír. Que mas daba si ya me iba a morir. Eso lo emputecio y me empezó a patear en el suelo. Sin embargo yo seguía riéndome. No sé muy bien de que, pero puta la wea chistosa.
Cuando ya estaba como casi de tirar la esponja, veo a mi amiga en el otro cerro y me vio. Me gritó algo como “Weona deja de follar”. El hueón sé que se asustó por que me dijo que íbamos a bajar pero que actuara normal. Y que no lo demandara por que el no había echo nada. No sé si estaba hablando en serio, por que lo que me dijo fue bien estúpido. Íbamos bajando y le grité a mi amiga “vamos a mochar conchetumare!!!!” se me salieron algunas lágrimas.
Llegamos a la esquina y el me tenía de la mano. Se la solté y abrasé a la hermana de mi amiga, y me puse a llorar, mientras mi amiga seguía discutiendo con él. No sé de dónde mierda me salió tanto llanto. Después cuando ya se fue yendo, yo le conté a mi amiga lo que había pasado. Ésta se puso a llorar conmigo y su hermana entró a la tocata y salió con muchos amigos punks y skins, a buscar al hijo de puta. Yo no sabía que hacer después de eso. Sabía que siempre me iba acordar de esa noche del 13 de Enero del 2007.


Hoy a más de un año puedo decir que si. Que fui abusada por alguien de mi propio movimiento, pero no por eso tendré que agachar la cabeza y sentir vergüenza por algo a lo que nadie esta exento.
A raíz de esto, me convertí en anarco- feminista, porque me siento digna y orgullosa de mi condición de mujer. La liberación está en la cabeza.
Yo me caí esa noche, así como muchas nos podríamos caer, pero está en nosotras mismas la fortaleza de volvernos a parar.

COMPAÑERAS SIEMPRE
ACCIÓN Y REACCIÓN

ANARCO – FEMINISTAS A LA LIBERACIÓN
Por cada mujer cansada de ser calificada como "hembra emocional", hay un hombre que aparenta ser fuerte y frío para mantener sus privilegios.